miércoles, 10 de octubre de 2007

Mi viaje y tus cuentas obligatorias (27.04.06)

Fácilmente nos movemos por instintos como barcos de papel arrastrados por corrientes, fácilmente deshojamos margaritas, hojas de calendarios, y fácilmente, el torbellino de las vidas nos va engullendo como un motor de succión que nos enreda hasta caer en su espiral inversa girando y girando movido por sus curvas como requiebro insaciable. La juventud y la curiosidad, unidos a lo nuevo, nos llevó a creer que nosotros imponíamos las reglas y que seríamos lo que quisiéramos ser, sin darnos cuenta que los pensamientos más puros ya vienen contaminados por la madurez nuestra en que se viven, el contecto histórico, y las encrucijadas que se nos presentan. Y el amor llegó con explosión de juventud y presagios de luciérnagas eternas, tú admirando mis cabellos, yo, engreída con tus manos, tú, solitario, con una pena desencantada remojándola en Cinzano… Y espié tus movimientos, nos medimos los pies con los zapatos puestos y jugamos a jugar al caleidoscopio de los secretos.

Y mientras lo pensaba, recibo tu carta desnudando esa fatiga solitaria que adiviné en tus ojos la última vez que nos vimos. Quizás fuera el poco tiempo, las sombras de los muros grises con alambrada de espinos, los niños… o quizás tus cuentas obligatorias las que te llevaron a guardar silencio… Una carta con pensamientos cansados de tener sueño, con aires rescatados de libertad, y mientras la leo, me pregunto si soy yo quien la he escrito. Porque la liberación, nuestra liberación, después de tantos años en que hemos ido acumulado fácilmente cadenas impuestas de farándulas, nunca pensé que cayó en el olvido.

Sé que hoy cuelgan del hilo incierto de la subsistencia mi viaje por temor al no retorno y tus cuentas obligatorias… Necesito un buen masaje en todo el cuerpo, me dijiste semidesnudo. Alivié tus pie con las yemas de mis dedos y entre arrumacos y palabras, disolví los surcos de tus calcetines pensando que, fácilmente y sin darnos cuenta, la débil línea que separa los ideales ha ido labrando renglones, grilletes pesados que se arrastran por labrantíos de realidades viva, y que esa incertidumbre que se yergue a modo de guadaña, no destrozará mi locura, tu paz; porque nada es blanco ni negro, y todos los matices de la balaustrada imperfecta, nos dejaran algún agujerito por donde ver las estrellas.

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