lunes, 16 de junio de 2008

Mi hijo Agustín (7/6/06)

Agustín se mece en el columpio del parque que hay frente a mi piso. El frío agita las ramas, los columpios torcidos, los bancos teñidos de negro… La tarde presagia tormenta y las hojas secas caen formando en el suelo montículos crecientes.


El niño va y viene moviendo el columpio ajeno al peligro.


Un ejército de pájaros se esconde entre las copas de los árboles y mi voz suplica llamando de piedra en piedra, de rama en rama:
- ¡Agustín! ¡Agustín!... Ven hijo, no temas. Ya está aquí mami.


Las hojas responden furiosas y desde el fondo, mi hijo se acerca y se aleja:
- ¡Tonta! – grita con las manitas flojas en los ramales del columpio – Vete, tonta…Mi mami vive en el castillo de las rejas.


Una lágrima resbala por mi mejilla, los desechos se amontonan cerrándome el paso, y los cabellos infantiles visten y desvisten su frente en un vaivén de flequillos sombríos.


Arriba, asomado a la cristalera de la terraza, mi marido vigila sin darse cuenta de mi presencia. El columpio protesta. Él no lo oye. La asfixia densa me llega al pecho… Mis manos son dos potentes cucharas apartando hojarascas, el barro encrespado, los recuerdos vacíos… “No hay nadie katya, en el jardín no hay nadie, sólo los árboles, la ventisca y un columpio medio roto donde se mece tu niño. ¡katya tu hijo... ! ¡Tu hijo katya…!” Esfuerzo vano cuando los brazos cansados se resienten y los pies se abandonan al letargo indiferente y la desidia.


Nada tiene sentido, la tierra se abre bronca, sorda… me traga, se cierra y, giro y giro en un torbellino iracundo entre páginas del diario de Curra y el silbido infernal de la sirena.
No sé si fue cosa del dolor, la rabia, o el silbido infernal de la sirena lo que me hizo despertar. Nada me ayuda, porque el sueño que debiera reponer fuerzas ha destrozado mi alma. ¡Mucho tiempo hijo! Demasiado tiempo sin verme, sin verte.
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Le he pasado este escrito a la asistenta social para que lo escriba en mi página hasta que esté reparado mi portátil.

©katya


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sábado, 14 de junio de 2008

20 minutos de locutorio (3/6/06)

Quizás sean cosas de barrotes, de orgullo roto y noches saladas, quizás sea que mi derecho a dos comunicaciones orales se las lleva el tiempo y una verja huérfana que se lamenta del trecho que separa el centro penitenciario y nuestra casa. Un trecho inmenso como un día inacabado, un naufrago en el océano, o un viernes de tus cuentas obligatorias. Nos guste o no, en el fondo todas las cárceles se parecen, y todos los que tenemos el mismo régimen penitenciario contamos con 20 minutos de locutorio dos veces a la semana.


20 minutos que en nosotros se limitan al teléfono… Y un silencio… Y un “A ver mañana si puede ser… o quizás la próxima semana… No te lo prometo, pero el viernes… los viernes, ya sabes, son trabajosos.” Luego te pregunto ¿y los niños?, y me entero que Agustín está pasando el sarampión y la linda de Celia se desarrolló el domingo con la llegada de la luna creciente… Tu me imaginas sin ellos. Yo sospecho tu cansancio. Y callo que me han pasado el diario de La Curra.


Todo fue rápido y sorprendente como una tormenta veraniega, una estrella que se corre, o una amnistía secreta.


La atmósfera se enrarecía entre cubiertos y platos. El vocerío prosperaba y la Channel, muy estirada ella, se enfrentó en quitas y defensas con la Montoya por cosas del almuerzo. Las palabras en el patio (antes de entrar en la celda) dieron paso ha hablarse con los puños. Todas jaleábamos tomando partido justo cuado recibí un golpe suave en la cintura. Me cogió por detrás tapándome la boca. Hice un esfuerzo pretendiendo volverme. Fue en vano. Sólo aquel susurro a mis espalada, tenue, inquietante, como una confidencia maldita: “Ella me dijo que te lo diera”. Luego el frío de aquella cosa se instaló en mi riñón y cuando pude volverme, la mensajera confundida entre la plebe preservó su identidad.


La Chichi ni se percató del asunto estudiando cómo sacarle partido al hecho de que, la Channel, castigada por los golpes se hallara reducida a una parva de cardenales y desprecios con el correspondiente superávit de chichones.


Cuidadosamente entre la muchedumbre me saqué la camisa por fuera, arrastré por mi cadera lo que había recibido hasta dejarlo firme entre el ombligo y la cinturilla del pantalón. ¡Ya habría tiempo de saber su procedencia!, tal vez no lo averigüe nunca, pensé al cruzar la reja angustiosa antes de ingresar en el corredor que me llevaría hasta la celda.


No, no te dije que me habían pasado el diario de la Curra porque quizás fuera cosas de cerrojos, o de semblanzas rotas y mensajes airados, o quién sabe si mi derecho a dos comunicaciones orales se los lleva el tiempo y una verja huérfana, que se lamenta, de que no puedas recorrer el trecho que separa el centro penitenciario y nuestra casa. Tal vez, sin tu saberlo, puede ser que la sombra de la muerte se acerca traicionera y no quiero que sufras con mi ausencia.

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miércoles, 11 de junio de 2008

El hombre está condenado a ser libre (31/05/06)

Seguro que sin el invento del ascensor, las ciudades ,ahora tendrían un aspecto diferentes. No digo ni mejor ni peor, sólo eso, diferentes. Y haciendo un derroche de imaginación uno puede conjeturar cual sería tal aspecto, pero lo que es evidente es que por mucha imaginación que le pongamos, hay asuntos que se mantienen, como si de una máquina programada para repetir esquemas, embrujara a toda la humanidad con un pensamiento colectivo, impidiendo imaginar un concepto de mundo basado en la libertad y la equidad, a pesar de que, como decía Jean Paul Sastre “el hombre está condenado a ser libre”; condena por supuesto que, en muchísimos casos, se cumple de la forma más costosa: la muerte de esos idealistas, e incluso de civilizaciones completas a favor de una justicia y un desarrollo, entre comillas, o, “por el falso bien de la humanidad”.


Así lo mandan los cánones de quienes mueven los hilos del mundo, que para imponer su dominio, han utilizado ( y utilizan) a lo largo de la historia , desde las formas más sutiles y psicológicas hasta los crímenes más sanguinarios (hoy aún impunes) para eliminar todo rastro de solidaridad e ideales que entorpezcan su potestad, porque ellos son los llamados, los elegidos, los salvadores que no tienen fronteras pero imponen las fronteras, que defienden la paz haciendo guerras, que se manifiestan contra el sectarismo de forma sectaria, y abogan por la libertad de religión imponiendo su religión como única y verdadera. Es decir a los proscritos, carroñas infames y repugnante que piensa y se multiplican por nuestras calles, hay que cortarles la lengua o llenarles de serrín la cabeza, porque la globalización del pensamiento es perversa y atenta contra todo interés de la globalización económica.


Así nos encontramos que los poseedores de riquezas se asientan en cualquier país del mundo sin ser vilipendiado, ofendido ni ultrajado, en cambio, está difundida la idea de que los que vienen con las manos vacías, esos son los que desestabilizan la paz, roban el trabajo y son la fuente de todos los males habidos y por haber, y de la misma forma que el aspecto de las ciudades hubieran sido diferentes sin ascensores, de la misma forma no interesa que dejen al descubierto la pobreza global frente a los pingues beneficios.


La historia escrita ha de estar basada en los poderosos, sobre todo dejar bien asentada la dicotomía “siempre habrá ricos y pobres”, de tal forma que se halle tan arraigada en el pensamiento colectivo que engendre impotencia, y ese “tú a lo tuyo” y el “sálvese quien pueda” tiene que seguir siendo motor de miedos y de corrientes individualistas que conviertan a la literatura en terrorista, a los emigrantes y exiliados en apestados derrochadores de reyertas, y a los jóvenes en insensatos que no saben aprovechar oportunidades.


Pero los cánones de quienes mueven los hilos del mundo olvidan que, aunque quieran hacernos su lavado de ideas, aunque la lengua esté muda y el cuerpo obedezca órdenes, aunque la cárcel sea eterna y el hambre mate, o, la hipocresía se disfrace de bondad, nadie, absolutamente nadie puede impedir que igual que la llegada del ascensor cambió el aspecto de las ciudades, el pensamiento globalizado, del hombre moderno, siga distinguiendo la justicia de las injusticias.
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lunes, 9 de junio de 2008

QUIERO SER (25/05/06)

Quiero ser la sombra de tu sombra,
quiero ser el cuerpo de tu cuerpo,
quiero ser la trova de tu trova
y el huerto de tu huerto.

Quiero ser la risa de tu risa,
los dedos de tus manos
y los años de tus huesos.

Quiero ser el olor de tu sudor,
quiero ser la luna de tu cuna,
el calor de tu color
y la blancura de tus uñas.

Quiero ser el vientre de tu viente
y los dos un solo vientre, compañero.

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sábado, 7 de junio de 2008

Entre dos mundos (25/05/06)

Mirar la nada encandilada, el vacío, las perspectivas. Mirar callada. Me ves subir mancando sumas que te sorprendan mientras cierro los ojos, ¿ya?, ahora. Plano atardecer que huele a rincones , a pellejos sin luz que entorpece la memoria.
Y el viejo barrote duerme desnudo de luna con eco en la ventana.
Y en la celda yo pensaba...yo creía... yo... Y una cerradura se ha oxidado en la penumbra negra vestida de tinieblas.
Aún no sé qué es ser, saber que se es, y que te dejen ser, porque verdaderamente mil manos me reclaman, nos reclaman; mil bocas esperando el alimento que sobra de mi boca, mil palabras torcidas a media luz mientras las balas se yerguen como bandera implacable que roza tu inocencia.
¡Basta! Basta… Basta ya de mentiras fraudulentas, de dormir al filo de acantilados, de senderos que serpentean entre dos mundos separados por las aguas y el agua es manto aterciopelado de esqueletos vivos que apuntan su recuerdo.
Miro la nada encandilada, el vacío, la presencia. Miro y me duelen los ojos. La cerradura se ha oxidado en la penumbra negra vestida de tinieblas.
©katya
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jueves, 5 de junio de 2008

Fecha próxima y exacta (24/05/06)

Vacía la cabeza, la puerta de la celda que deshabilitó mi voz deja desnudos murmullos y a lo lejos, la piedra del tiempo resquebrajado abandona en la brisa su quejido.
A mis espaldas, acercándose, el ruido de unos pasos que se arrastran como una intimidad rota, como una vigía que mata los días pellizcándome la vida mientras el acordeón pliega sus notas en un pentagrama de nostalgia.
Un suspiro… una tos sin ganas… un quejido… y un exhalo de suelas de alpargatas se arrastran por el suelo.
Muda, adivino el contorno que asoma su canción y no sé si oigo constelaciones o es musa del infierno la que estremece su línea elíptica hasta el punto de partida sin saber, si la pólvora prende en alma, o el alma imagina pólvoras,
Y la lumbre de mi cabeza se va sepultando entre orígenes envejecidos con miradas de reojos y el oprobio propio de lo caduco que enturbia bodas y amordaza mi boca.¡Maldita sea! Yo te maldigo lengua seca. Maldigo tu voz demacrada, estrecha, aguja sin saliva en atardecer plano que huele a parpadeo.
A mis espaldas, acercándose, un aliento se anticipa al lenguaje teñido de demanda como una privacidad descuartizada, como una centinela aferrándose a mi sombra mientras la mariposa dobla sus alas en su barranco de libertad enterrada.
Un rezo… un bastón sin calma… un ruido… y un “ponme unas medias” con fulgores de impotencia.
Cierro los ojos, ¿ya?, ahora. Invento sus alpargatas que se arrastran en el suelo de otra casa; invento tus rezos que taladra en las paredes de otros cuartos; y las dos os quedáis colgando de ese hilo de estrellas que separa la soledad del abandono, porque la noche que deambulaba por mi celda ahora se ha sentado en mi cama.
Y he vuelto para alejarme en muros de formol y gasas manchadas que como en un baile febril y dislocado augura mi destierro. Bufonada que un día nos vio nacer y que hoy celosa quiere imponerme su delirio con fecha próxima y extraña.
Pero hoy estoy aquí y ¡brindo! Brindo contigo, con vosotros… ¡Brindemos por la vida! Alcemos las copas en un carnaval de papelillos, máscaras, abalorio, serpentinas y guirnaldas brindando por la vida y porque bajo tu colchón, la botella escondida de champaña, ese día aguarde mi regreso.


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martes, 3 de junio de 2008

La escuela (9/05/06)

Desde las ocho de la mañana que nos despiertan con la sirena por los altavoces, hasta de la noche, el día se me convierte en la gran loza infecunda que retrocede mis conocimientos, e ilusiones, y me arroja a un pantano fangoso quedando convertida en una piltrafa asesina de tiempo, y corre el veneno por mis venas desnucando horas, minutos, segundo, en una escuela donde la única reinserción es la reclusión en las celda, el magnífico Oro en polvo que vende la Chichi, los manoseos y magreos del cocinero, o los insuficientes dosis de metadona.
Desde los cabos sueltos de la muerte extraña de la Curra mi cuota de insensatez ha ido creciendo hasta tal punto, que sólo vegeto y tendida busco, en el techo de la celda, los motivos o las causas de su… ¿suicidio? Y es que el eco de sus palabras atropelladas se me vienen como jirones, no para remendar el pasado, sino como un secreto, donde quiero intuir el enigma de su muerte:
- La vida no es una mierda para las que nacen en palacios encantados. - me dijo - Yo nací desencantada… Un día maldito espolvoree las sombra, y cada grano de oro molido me empinó al mundo mágico que se derrumbaba apresuradamente, dejándome esa fatiga asquerosa de la realidad, de la euforia ida… ¿Tú sabes lo que es eso katya?... ¿Cómo puedo olvidar los palacios encantados’... El cocinero me magrea las tetas y me mete la mano por el coño… me asquea acostarme con la Chichi… Estoy harta ¡Sabes? ¡harta! Por eso voy todas las mañanas por mi dosis de metadona. Qué maravilloso sería que al salir de aquí recuperara mi chabola con las calles embarradas. Volver a sentir hambre, frío, enamorarme, tener hijos… escuchar el canto de los pájaros o sentir la lluvia en la cara, trabajar… Estar viva ¡Viva katya! ¡VIVA!...No se si alguna vez llegaré a sentir que las úlceras de mi nariz dejan de dolerme.
Lágrimas que me llegaron, margaritas tristes deshojadas con delirios y permisos para seguir viviendo que aún palpitan en el aire, precisamente ese mismo día fue cuando la Curra se enfrento en el patio a la Chichi. Recuerdo mi avalancha de sentimientos contradictorios, lo mismo me enardecía viéndola así, valiente y desafiando a la Chichi, qué un repeluco me bajaba desde la nuca hasta las uñas de los pies dejándome ese miedo a las consecuencias imprevisibles.
Y la Curra ya jamás hablara conmigo, jamás ira por su metadona, pero el cascabeleo de los pasos de la Chichi sigue arrastrándose por el patio a modo de serpiente, de genoma programado repartiendo terrones de azúcar, a cambio de cuatro monedas o momentos de lujurias.

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lunes, 14 de enero de 2008

Remediamales (09.05.06)

En esta cárcel
he abierto una tienda grande
de pócimas para remediar males.
Las llevo a todas partes
pregonando por los rincones:

- ¡Vendo soles y rayos
para anemias y de presiones!
¡Cajitas de esencias de estrellas
que alimentan la belleza!
¡Y para recobrar la memoria, niña,
recuerdos de pétalos con jazmín y rosas!
¿Quién me compra?
¿Quién me compra?

Voy con mi tienda grande
por todas las celdas.
Vendo ungüentos de albahacas
que desencarcelan el alma,
cestas rebosantes de sales
para encender tus pasiones,
polvo de flores silvestres
para soñar por las noches.
Y para quién perdió el hijo
escondido en las entrañas…,
ramitas de hierbabuena
que recobran la esperanza
.

©katya

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